Inglaterra,
guiada por un doblete de Harry Kane, vence a Túnez (2-1) en su estreno en el
Mundial de Rusia. Los ingleses pudieron cerrar sobradamente el partido en la
primera parte, pero la falta de puntería y un regalo de Kyle Walker en forma de
penalti prolongaron el sufrimiento hasta el minuto 90, cuando llegaría el
segundo y definitivo tanto del capitán de los Three Lions.
Campeona del Mundo como anfitriona en 1966, la acumulación de malos
resultados y decepciones hace que, en general, los aficionados ingleses sean
pesimistas con sus opciones, incluso bromeen. Puede parecer que esta Copa del
Mundo sea aún demasiado pronto para volver a saborear la gloria, teniendo en
cuenta que están triunfando con sus categorías inferiores, pero el trabajo de
Gareth Southgate es manifiesto, e Inglaterra puede colarse como una de las outsiders y dar la sorpresa. El juego
desplegado en los primeros compases del partido llama al optimismo. Los Three Lions se hicieron con el control de
la situación, desarrollándose el juego en campo rival. Con la línea defensiva
muy adelantada, acumulaban todos sus jugadores de campo en la parcela
contraria, robando muy rápidamente la pelota sin caber lugar a sustos. Por
ello, llegaban al ataque con muchas unidades, siendo profundos y protagonizando
combinaciones muy destacadas. Mouez Hassen, portero tunecino que tendría que
ser sustituido en el minuto 14 lastrado por una caída que le dejó el hombro
izquierdo renqueante, paró todo hasta que ya fue imposible. Jesse Lingard o
Harry Maguire se habrían estrellado en los primeros compases ante el portero
antes del minuto 10, cuando Inglaterra abre la lata. Córner botado por Ashley
Young y Maguire consigue erigirse por encima del resto para sacar un impecable
testarazo. Hassen hace una de las mejores paradas del campeonato, pero el
rechace cayó en las botas de Kane, quien asestaría la puñalada definitiva rematando
con su diestra a quemarropa.
Farouk Ben Mustapha fue el encargado de ponerse bajo los palos de las Águilas de Cartago, y nada más salir comenzó a tener trabajo. Inglaterra seguía llevando
la manija del partido asediando el área rival, llevando mucho peligro en el
juego aéreo, sin problemas atrás. Únicamente faltaba más efectividad en las
aproximaciones. Un contraataque de la selección africana era tremendamente complicado,
pues debía montarse desde una posición exageradamente atrasada. La primera
media hora de juego inglesa fue de lo mejor que se ha visto en lo que va de
Mundial. Pero, un error de Kyle Walker sacando el brazo a pasear contra el
rostro de Fakhreddine Ben Youssef, echó por tierra todo el trabajo realizado. Ferjani
Sassi fue el encargado de patear la pena máxima, y consiguió batir a Jordan
Pickford, quien no solo adivinó la trayectoria del golpeo sino que llegó a
tocar el balón, pero no fue suficiente para evitar el empate.
El combinado dirigido por Gareth Southgate estuvo muy cerca de volver a
ponerse por delante en el marcador justo antes del descanso. Lingard, uno de
los más destacados en la primera mitad, pisó área recibiendo un gran pase de
Trippier y su remate en el mano a mano se topó con el palo. 10 ocasiones
creadas y 6 remates a portería no habrían sido suficientes. Esto le costaría un
buen quebradero de cabeza al combinado europeo, que no volvería a proponer un
ritmo tan alto y transitar con la misma facilidad en la segunda mitad.
Al descanso,
el seleccionador tunecino Nabil Maâloul propuso un cambio táctico que pondría
en jaque las opciones de marcar un hipotético segundo tanto por parte del rival. Esquema de tres centrales y dos carrileros, con todos los futbolistas
replegados atrás defendiendo por dentro, y alteración en el marcaje. Inglaterra
dejaba de estar tan cómoda. Esto tendría como efecto una intervención menor de
Henderson y el consecuente apagón de Alli y Lingard, cuya posición de espera de
pelota era demasiado adelantada. La mejora de Túnez se vería también con balón,
manteniendo la cabeza fría y poniéndole un puntito de pausa, incluso buscando
la espalda de la defensa.
Gareth Southgate estaba obligado a recurrir al
banquillo en busca de más desborde, y el elegido fue Marcus Rashford en
detrimento de Raheem Sterling. Posteriormente, el joven Ruben Loftus-Cheek
sustituiría a un prácticamente desaparecido Dele Alli. Los cambios surgieron
efecto, pues las casi continuas aproximaciones inglesas comenzaban a ser más serias,
centrando el peligro en el balón parado, a base de lanzamientos de falta y saques de
esquina. Por otro lado, en Túnez se retiraron Naïm Sliti y Wahbi Khazri, dando
entrada a Mohamed Amine Ben Amor y Saber Khalifa respectivamente. Ambas
maniobras iban, cómo no, orientadas a mantener el resultado.
Sin embargo, en esta Copa
del Mundo son varios ya los partidos que se han resuelto por la mínima y los goles en los
minutos finales, y en este encuentro no iba a ser menos. De nuevo a balón
parado. Córner botado por Trippier, Maguire se impone en el salto por enésima
vez y su cabezazo se convierte en una perfecta asistencia para el testarazo
definitivo de Harry Kane, que marca explotando de júbilo toda la afición inglesa.
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