Sobre
el césped del Estadio Olímpico Fisht (Sochi) se vivió el mejor partido, con una
diferencia abismal, de lo que va de Mundial en Rusia. Cristiano Ronaldo, con un
hat-trick, permitió adelantarse a Portugal hasta en dos ocasiones, con Diego
Costa contestando por partida doble, y sacar un empate en los minutos finales (3-3)
tras un golazo de volea de Nacho.
Desde el principio el partido
se le puso cuesta arriba a España. Los lusos salieron más intensos, con una
marcha más, y eso se tradujo en un penalti sobre su hombre franquicia,
Cristiano Ronaldo, cometido por su compañero de club Nacho. Apenas corría el
minuto 3 de partido, cuando el propio Cristiano, pitado por el respetable,
cobró la pena máxima y abrió la lata engañando a David de Gea.
No obstante, el partido desde ese momento tuvo otra cara. La selección
española, con Fernando Hierro en el banquillo como sucesor de Julen Lopetegui,
se hizo con el control de la pelota y del partido. Portugal, bien metidita en
su campo, esperaba la oportunidad de salir a la contra a una velocidad
vertiginosa y dar otro zarpazo. El plan le funcionaba a Fernando Santos, y es
que solo un corte estratosférico de Jordi Alba o unos repliegues muy destacados
de Sergio Ramos y Gerard Piqué frustraron las galopadas de Ronaldo y Guedes, que llegaban con
mucha facilidad. Pero en el minuto 23 España empataría el partido. Y es
curioso, porque la jugada nace de un patadón de Sergio Busquets. Diego Costa
peleó con Pepe, se hizo con el esférico, y a partir de ahí caracoleó en el área
rodeado de contrarios hasta encontrar el hueco suficiente para sacar un disparo
cruzado y batir a Rui Patrício. El de Lagarto se hizo un Juan Palomo. Un gol
que daría alas a España.
Inmediatamente después, Isco tendría en sus botas el 2-1. Recibió el
rechace de un pase que buscaba el desmarque del incombustible Jordi Alba, y sin
pensárselo dos veces fusiló la portería lusa. El balón se estrelló en el
larguero y botó sobre la línea. Estuvo muy cerca. Avanzaba la primera mitad y
España dominaba cada vez de manera más clara la contienda, con asociaciones marca de la
casa que generaban mucho peligro. En una de ellas, un taconazo de Koke se
marchó rozando el palo. Portugal ni era capaz de aguantar la pelota, ni
sorprendía tanto con los contragolpes, y es que España se protegía en mayor
medida. Todas las jugadas de ataque de la campeona del mundo en 2010 llegaban
por la banda izquierda, con Jordi Alba, Andrés Iniesta e Isco entendiéndose a
las mil maravillas, apoyados por Diego Costa, castigando duramente a su rival.
No podían pararles. Pero justo antes del descanso llegaría otro jarro de agua
fría de la Selecção das Quinas. Desde el borde del área Cristiano, asistido por
Guedes (de quien se esperaba más peligro), sacó un latigazo con pierna izquierda
ante la mirada de los zagueros. Y llegó el drama, David de Gea se la comió. Mentalmente,
un golpe terrible para un portero que venía de cometer un error frente a Suiza.
Y le iba a lastrar. Prueba de la inseguridad generada por estea desafortunada acción fue una peligrosa salida en falso en la segunda mitad.
Lejos de venirse abajo, España
continuó dominando el partido, con Portugal teniendo la salida por velocidad
como recurso. Y en tan solo 3 minutos (55’ al 58’), La Roja le dio la vuelta al
marcador. Iniesta recibió una falta lo suficientemente lejos como para no
buscar portería. Koke la puso al área, Busquets prolongó de cabeza al corazón y
Diego Costa remató a quemarropa para poner el 2-2. El de Badía, que no estaba
teniendo precisamente su mejor partido (y eso España lo nota), contribuyó de
nuevo directamente a otro gol del hispano-brasileño. Y lo que es el fútbol. Tras
una primera parte francamente mala, Nacho, que había provocado el penalti, pasado
apuros en defensa e impedido oxigenar a su combinado con una posición en el
campo demasiado retrasada, decidió resarcirse con un voleón que a buen seguro
será uno de los mejores goles del Mundial. Tremendo golpeo cruzado con la derecha que pegó en un palo y rozando el otro se introdujo en la portería lusa
sin que Rui Patrício pudiera hacer nada. España estaba por delante, Portugal
contra las cuerdas.
En defensa del resultado,
España gozó de posesiones largas y nos recordó con asociaciones de ensueño, al menos en cierta medida, a
sus mejores momentos. Contribuyó en ellas Thiago, que entró al partido en detrimento de Iniesta.
Isco, desatado. Fernando Hierro daría también entrada a Iago Aspas (por Diego
Costa), que pudo dejarse ver combinando y llegando a portería rival, y a Lucas
Vázquez (saliendo David Silva). Fernando Santos, cuyo enfado iba en aumento
viendo los derroteros que cogía el partido, también movió ficha. João Mário, Ricardo
Quaresma y André Silva salieron en sustitución de Bruno Fernandes, Bernardo
Silva y Gonçalo Guedes respectivamente. Pero la gran amenaza era Cristiano, que
en el minuto 88 pondría la guinda a su actuación con el tercer tanto. Sufrió
una falta al borde del área de Piqué, o eso entendió el colegiado Cüneyt Çakır
(quien por cierto podría haber amonestado al 7 en varias ocasiones). El capitán,
desde una posición perfecta, superó la barrera enviando el esférico a un punto
imposible de alcanzar para David de Gea, que hizo la estatua. Era el 3-3 definitivo.
Con este
resultado, Portugal y España están por detrás de Irán al final de la primera
jornada en el Grupo B. La selección de Carlos Queiroz venció por la mínima (1-0) a Marruecos.
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